MÉXICO.- Con el 3-1 a favor de Tigres, América estaba dramáticamente en la Semifinal, por eso el cuerpo de seguridad del Estadio Azteca decidió que la porra felina abandonara el inmueble para que no hubiera pleitos entre las barras.
Y fue justamente cuando la afición felina ya estaba en el estacionamiento del Coloso de Santa Úrsula, cuando se dieron cuenta que su equipo anotó el agónico gol que les daba el pase a la siguiente fase, pero el cual ya no pudieron ni festejar y mucho menos paladear, pues ya estaban afuera.
En lo que no parecía un partido de Liguilla, el Estadio Azteca no lució pletórico, apenas 30 mil aficionados se dieron cita.
Los cantos de las barras azulcrema ni siquiera retumbaban con las ganas que le ponen a otros partidos, muchos bostezaban en la tribuna y parecía que nada más ocupaban las butacas como una mera costumbre para que nadie dijera que no siguieron a su equipo en toda la Liguilla.
Contrastaba la serenidad de unos 30 seguidores de los Tigres, ubicados en una de las cabeceras, que esperaban que su equipo pudiera hacer un milagro o que al menos no saliera vapuleado.
Pero los seguidores de los Tigres no eran los Libres y Lokos, quienes esta vez no viajaron para apoyar a su equipo.
Apenas comenzaron a caer los goles de Tigres y los aficionados de la porra Lado Radical de la Fuerza Tigre estaban impávidos en sus asientos y festejaban con sobriedad cada uno de los goles.
Nadie daba crédito a cómo se iba escribiendo paso a paso la debacle azulcrema.
En el complemento, las porras despertaron, el vuelo del águila amenizó el medio tiempo, y Mario Carrillo recibía comentarios de todo su cuerpo técnico, que lo veían muy desesperado.
Oswaldo Batocletti se mantenía de pie, dando instrucciones, pero sin exagerar en aspavientos.
Lo demás ya es historia, Tigres, que entró de panzazo a la Liguilla, está en la Semifinal y enfrentará a su odiado rival: Rayados.
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