miércoles, octubre 01, 2008

Opinión Invitada / Otro muro cae

Opinión Invitada(30 septiembre 2008).- Luis Alfredo Pérez Salazar

Cuando el Muro de Berlín cayó, se dio por supuesto que lo que defendía el comunismo era erróneo, y se cometió un error de bulto: no diferenciar entre ideas y aplicación. La experiencia soviética era una interpretación del comunismo, que no tenía por qué invalidar la totalidad de las ideas que lo impulsaban.Pero la unanimidad contra el comunismo fue tal, que incluso las ideas socialistas comenzaron a observarse con suspicacia.El corolario que siguió a ello fue que el capitalismo no sólo era el camino más adecuado, sino el único posible. Se le dio carta blanca, y se volvió rampante. No sólo la brecha entre ricos y pobres creció prácticamente en todos los países en los últimos 20 años, sino que asistimos al nacimiento de una nueva clase de súper millonarios, incluso en los países del tercer mundo.El afán de enriquecimiento, con los ejecutivos de las grandes empresas a la cabeza, se volvió forma de vida. La ostentación se integró en la cultura pop, y la literatura, la música y el arte se interpretaron en clave de ventas. En función de las ganancias se hizo la vista gorda ante el daño al medio ambiente, y los bolsos Louis Vuitton se convirtieron en el sueño de la clase media.No han pasado ni 20 años de la caída del Muro de Berlín, sin embargo, y estamos observando cómo el capitalismo en su vertiente neoliberal, que alcanzó su pico durante la administración Bush, está derrumbándose también.Durante años se aseguró que debía dejarse que el mercado se autorregulara, pero el día en que las empresas financieras han comenzado a caer en bancarrota, el Gobierno estadounidense se ha apresurado a inyectar dinero público para mantenerlas a flote.¿No habíamos quedado en que los impuestos que pagan los ciudadanos no podían ir a las empresas privadas? ¿No habían dicho las empresas privadas que no querían que el Gobierno se metiera en sus asuntos? Si no querían que las regulara, ¿por qué ahora aceptan su ayuda?¿El socialismo es válido para los ricos, pero para los demás el liberalismo es lo mejor?La justificación es que, de no salvar esas empresas, el sistema financiero sufrirá una crisis aún mayor: si el Gobierno las está salvando es para que la clase trabajadora -no sólo de ese país- siga teniendo trabajo y pueda seguir pagando su hipoteca. ¿Y la riqueza obscena que han acumulado los empresarios y ejecutivos que han llevado a esas empresas al colapso? ¿Alguien se las piensa quitar? ¿No deberían más bien ser juzgados, y no sólo por esto, sino por el deterioro que sus políticas empresariales han causado en millones de familias y decenas de países durante años?Para ser justos con el momento histórico que estamos presenciando, tendríamos que ver a miles de personas en las calles de Wall Street, golpeando con picos y palas los edificios de los bancos, las aseguradoras, y las hipotecarias que han caído en bancarrota.Es una pena que esta crisis no venga acompañada de algo tan impactante para la retina como lo fue la caída del Muro de Berlín. Eso ayudaría a replantearnos los caminos sociales y económicos que una sociedad puede seguir. Ayudaría a que nos sacudiéramos la modorra de ideología y de ideas en que llevamos inmersos 20 años.Y eso nos vendría muy bien. Porque así como el comunismo soviético no cayó por el deseo de libertad de los ciudadanos a los que tenía sometidos, sino por su fracaso como modelo económico, el rescate financiero del Gobierno estadounidense no busca quitar a las personas el yugo que ha supuesto el capitalismo neoliberal, sino mantener el estado de las cosas.Ese rescate beneficiará -de llegar a un acuerdo definitivo republicanos y demócratas en el Congreso estadounidense en estos días- a unos pocos. A la clase media, si acaso, la ayudará sólo como efecto secundario, no porque realmente le interese a quienes se benefician con este modelo económico. Pero la gran mayoría de los damnificados por el capitalismo neoliberal seguirán siendo víctimas silenciosas, invisibles, que no se ven, no se escuchan, en pueblos y ciudades remotas para los políticos de Washington, los financieros de Wall Street, y quienes en países como el nuestro han copiado sus modelos. luisalfredops@gmail.comEl autor es Doctor en Literatura por la Universidad de Salamanca

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