Con la paleta -en forma de corazón- clavada en el ojo, con muecas de dolor y furia, el artista tomó el micrófono y se dirigió al público maldiciendo a quien le había lanzado el objeto.
"Guárdate tu excitación para ti. Esto sólo significa una cosa, pequeño cerdo, que alargaré el concierto. Y ahora tocaré una canción de los Pixies en vez de la prevista, es tu castigo, te lo has merecido, cab...", afirmó Bowie, quien prolongó una de las actuaciones más extrañas de su longeva carrera.